Por: Roberto Rodríguez Marchena | Se veía venir. No es ocurrencia, ni capricho. Groenlandia, Panamá, Siria, Ucrania, Georgia, Kazajistán. Mar de China Meridional, estrechos de Ormuz y de Malaca. Báltico. Ártico. Todos tienen en común que son «cruces geoestratégicos» para las grandes economías.
Las élites (económicas y políticas) vislumbran, desatan procesos y monitorean a otras élites en competencia. «La cotidianidad es un teatro de operaciones».
Ellas, las élites, pugnan, se suceden y se recomponen en imperios, repúblicas y dinastías, por guerras o por revoluciones, siempre atentas a «las rutas comerciales», arterias y venas de la vida económica de y entre los pueblos.
Varias rutas puedo mencionar: la ruta de la Seda (ahora La Franja y La Ruta), la ruta de los ríos Volga, Danubio y Dniéper, la ruta del Báltico, del Mediterráneo, del Mar de China, la ruta del Nilo, la Transahariana, la Americana y el Qhapac Ñan o ruta de los incas. Sin olvidar las formidables Vías Romanas que tejieron aquel imperio.
Las intenciones y reclamos del presidente electo de EE.UU. Donald Trump a Panamá por tarifas y control del Canal, a Groenlandia dado su valor geoestratégico ya Canadá de integrarse a la federación EE.UU., hay que recibirlas como *reacción a la exitosa Iniciativa de China de la Franja y la Ruta, a las rutas comerciales alternativas y resilientes de Rusia ante las sanciones y a la nueva ruta comercial desdolarizadora que significan los BRICS*.
En importantes sectores: industrial, tecnológico, automotriz, energético, minero, agropecuario y militar, empresas de EE.UU. han *perdido participación de mercado*. Se sienten mortificadas. Están preocupadas. Reaccionan.
¿Podrán resistirse Panamá, Dinamarca y Canadá a las exigencias de EE.UU.? Alemania, poderosa economía europea, no pudo. Humillada, dejó de comprar gas ruso, para comprar gas a EE.UU.
En un mundo reconvertido en multipolar, EE.UU. opta por relanzar su economía por la vía de la *unipolaridad entre friendshoring countries*.
Donald Trump es un hábil negociador.