Por: Carlos Rodríguez | En un panorama político donde la desconfianza y la insatisfacción parecen dominar, el retorno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) emerge como una luz en medio de la oscuridad. La falibilidad del presidente Luis Abinader, quien, con su enfoque empresarial familiar, parece más atrapado en las redes de intereses que en las necesidades de su pueblo, resalta la urgencia de un paso de mando de dejar de ir a la deriva y de construir acuerdos con los haitianos. Los lazos entre sus políticas y la dependencia de mano de obra barata revelan un sistema que se aleja de los principios de justicia de una sociedad que pide dignidad para todos.
Las voces de los dominicos en las 32 provincias resuenan con un anhelo palpable por el liderazgo del PLD, un partido que, a pesar de sus desafíos, ha demostrado tener las herramientas y la experiencia necesarias para enderezar el rumbo de la nación. La combinación de jóvenes en más posiciones del partido en las provincias, municipios, distritos municipales y circunscripciones, con el ímpetu de una dirigencia renovada apoyada con la experimentada nos ofrece una promesa renovadora que puede volver a guiar a la República Dominicana hacia la estabilidad y el progreso, tal como lo hicieron en 2012 y 2016.
Sin embargo, este camino no está exento de peligros de no producir la renovación he modificar con gente que atrae al electorado. Los enemigos ocultos están portándose las manos para que esto.no ocurra y el PLD decida quedarse en el inmovilismo y decadencia, los Ecos de la mitología griega que susurran tentaciones y desvíos, amenazan con desviar la atención de los verdaderos intereses populares. Es imperativo que los líderes polifacéticos del PLD mantengan su enfoque en el bienestar del pueblo, sin dejarse seducir por el poder y la fama que históricamente han arrastrado a muchos a la disensión y al desprestigio creado para tumbar el PLD del poder.
La oportunidad de aprovechar el renacer del PLD, por el Rechazó del PRM, debemos aprovecharlo ahora. Que no es solo un momento para la reflexión y como estábamos, cada uno, sino un llamado a la acción para que todos los dominicanos se unan en un esfuerzo por construir un futuro próspero y justo. La historia nos demuestra que solo aquellos que sirven verdaderamente a los intereses populares pueden superar los obstáculos y llevar a la nación hacia un destino compartido, donde la esperanza y la equidad sean la norma.