Los dominicanos debemos abandonar la cultura del chance.
Pedimos chance al policía que nos sorprende violando la ley de tránsito. Le pedimos un chance a la brigada que nos suspende el servicio eléctrico por atraso en el pago o por el robo de energía.
Chance al pulpero. Al farmacéutico. Al colegio y a toda instancia que nos requiera el cumplimiento de nuestros deberes o compromisos.
Se puede decir que el dominicano se ha mal acostumbrado a vivir del chance.
Y esas oportunidades que solicitamos y hasta reclamamos, resulta que casi siempre se revierten en contra de toda la colectividad.
A quien le dan el chance por violar la luz del semáforo, lo repite provocando enojos, peligro y accidentes en ocasiones fatales.
Quien se libra del corte de la energía, alimenta en el vecindario el incumplimiento y el hurto de la energía, retrasando programas y acciones dirigidas a mejorar el suministro.
Y qué decir de los que piden chance revestido de prórroga para sacar la placa, renovar licencias o pagar impuestos. Todo ello en perjuicio del estado y de quienes se mantienen al día con sus compromisos.
De ahí nuestro llamado a cambiar esa conducta. Y nuestra apelación a las autoridades para que actúen con apego a la ley.
El caso de los celulares macos y las telefónicas empeñadas en que se les diera un chance de nueve meses para cumplir con el procedimiento para la adquisición y uso de esos vitales instrumentos de comunicación, constituye una auspiciosa señal en la dirección de corregir esta práctica.
El gobierno no obtemperó al chance solicitado por las telefónicas. Y los usuarios deberán asumir la responsabilidad de tener a su servicio un celular debidamente registrado en el tiempo otorgado por la entidad reguladora.
No le demos más chance a la debilidad institucional y a las malas costumbres.