Opinión

En términos de creatividad, la sapiencia del dominicano, su capacidad para el “repentismo” y para solucionar sus problemas con creatividad, aún con carencia de recursos, es una ventaja comparativa frente a cualquier país desarrollado.

Esta creatividad del dominicano está alimentada por la mezcla de culturas que ha forjado al dominicano de hoy. Desde el encuentro de culturas que suscitó el descubrimiento de América en 1492, la influencia de las intervenciones haitianas y norteamericanas, la inmigración de distintas razas, hasta el impacto de la diáspora dominicana en nuestra cultura; somos una mezcolanza de creatividad.

Lo bueno es que podemos aprovechar económicamente esta creatividad y utilizar sus beneficios para el desarrollo humano y social. La industria creativa o economía creativa ha surgido como el sector que involucra la generación de ideas y conocimiento para su aprovechamiento económico y social.

Nuestro país tiene grandes oportunidades de aprovechar las áreas que abarca la economía creativa. El arte, el entretenimiento, el diseño, la arquitectura, la publicidad, el cine, la gastronomía; son disciplinas donde nuestro país tiene oportunidades de desarrollo para mejorar la calidad de vida de los dominicanos.

En cuanto al área del conocimiento, que engloba las áreas de educación, investigación, alta tecnología, nanotecnología, robótica y otras más; nuestro país puede plantearse su inserción a mediano y largo plazo, si continuamos con la inversión en educación que nos hemos planteado como país.

La economía creativa también aporta al objetivo de preservar nuestra identidad cultural. La UNESCO afirma que la misma “actúa como elemento vehicular en la transmisión de la identidad cultural, aspecto esencial en la promoción y difusión de la diversidad cultural”.

Los beneficios de invertir en la economía creativa se confirman cuando evaluamos que alrededor del 40% del total del comercio de las industrias creativas se genera en países en vías de desarrollo, los cuales lo exportan a países desarrollados.

Para aprovechar las oportunidades de la industria creativa, tenemos que definir e identificar los indicadores culturales que nos permitan conocer el comportamiento y la situación de la industria, de manera que podamos aprovechar mejor nuestras oportunidades.

Como ha establecido la UNCTAD en un documento reciente: “Los elementos esenciales para formar una estrategia a largo plazo, en este caso para la economía creativa, deben incluir acciones interministeriales concertadas para asegurar que las instituciones nacionales, marcos reguladores y mecanismos financieros apoyen el fortalecimiento de las industrias creativas.”

La UNCTAD agrega que el mayor desafío está en la protección de los derechos de propiedad intelectual, la distribución de las utilidades, los gravámenes correspondientes y la regulación de las actividades. En el caso de nuestro país, estas son áreas donde los marcos regulatorios vigentes están actualizados y se implementan de manera correcta.

En cuanto a la función de integración social que se genera desde la economía de la creatividad o Economía Naranja, tenemos que resaltar las posibilidades que existen para que la misma responda a las demandas especiales de las comunidades en cuanto a educación, identidad cultural, desigualdades sociales y protección al medioambiente.

La capacidad de combate a la desigualdad social que se desprende de la industria creativa resulta, a nuestro juicio, razón suficiente para invertir en ella, toda vez que la creatividad es un bien del cual todos podemos beneficiarnos, sin distinción de razas, posición económica o social.

El talento y la creatividad son, sin dudas, uno de los principales activos e insumos de nuestro país, porque si algo nos sobra a los dominicanos es justamente eso, talento y creatividad.

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