Opinión

A partir del fracaso de la Oficina Nacional de Estadística en los 70, el Banco Central pasó a asumir la mayoría de sus funciones en lo que respecta a la medición de las cuentas nacionales.

En la generalidad de los países, menos aquí, el Banco Central está dedicado solo a la formulación de la política monetaria y financiera, y en muchos de ellos asume también la función de regulación del sistema monetario y financiero.

En otras palabras, el Banco Central está dedicado a asumir las funciones propias de su naturaleza.

O sea que la función de medición de las cuentas nacionales no está en manos del Banco Central.

¿Por qué eso es así? Porque no es moralmente correcto que una misma institución sea juez y parte, es decir, el Banco Central no debe ser juez y parte al mismo tiempo.

El objetivo final de la política monetaria es lograr la estabilidad de precios o el control de la inflación para que el valor de la moneda se mantenga estable.

Si ello es así, y es inequívocamente así, el Banco Central no debe aparecer por otro lado con la función extraña, foránea, adventicia, subsidiaria, anexa o conexa de medir el índice de precios al consumidor, la inflación y el coste de la vida.

Ocurre que el éxito de la política monetaria y cambiaria se mide a través del logro del objetivo final de la estabilidad de precios, y si el Banco Central tiene también la facultad de medir la inflación, entonces pueden darse niveles de manipulación con relación a los datos y las informaciones que expresan la medición del índice de precios al consumidor, de la inflación y del coste de la vida, de tal manera que al final aparezca logrado el objetivo de la estabilidad de precios, aunque realmente no haya sido así.

Además, lo anterior puede darse por una razón política y una razón de supervivencia en la jefatura del Banco Central.

Pero el crecimiento de la economía tampoco debe ser medido por el Banco Central, porque también eso se presta a manipulación.

Por ejemplo, en este momento en que la gente siente y percibe que la economía está frenada o paralizada, el Banco Central se destapa con la lindeza de que la economía dominicana creció en 6,5% en el primer trimestre del año.

La conveniencia política para el gobierno es que se diga eso, ¿pero eso es verdad? No necesariamente es verdad.

Una percepción tan enraizada en la gente y en el imaginario popular no se borra solo con ofrecer datos o cifras frías sobre el crecimiento real o el desempeño de la economía dominicana en el primer trimestre del año.

Tengo la irrenunciable convicción desde que era estudiante de la licenciatura en Economía en la UASD que la medición de las cuentas nacionales es extraña y ajena al Banco Central, por lo que las mismas deben ser medidas por la Oficina Nacional de Estadística o por un instituto nacional de estadística.

Desde hace tiempo la Oficina Nacional de Estadística debió haber sido convertida en el Instituto Nacional de Estadística de la República Dominicana.

Claro, para ello es preciso que toda la infraestructura tecnológica e informativa que hay en el Banco Central sea trasladada a este Instituto y además, establecer una estructura de sueldos similar a la del Banco Central para que los economistas dominicanos especialistas en cuentas nacionales se sientan estimulados a trabajar en el Instituto.

Tiene que ser integrado un equipo con estadísticos con amplia formación en cuentas nacionales y economistas con amplia formación en Estadística descriptiva y probabilística. O sea que las cuentas nacionales no deben ser medidas solo por estadísticos.

Para ahondar y afinar el fortalecimiento institucional del Estado conviene que haya una segregación de funciones, y que cada institución pública actúe en el ámbito de sus competencias técnicas, profesionales y políticas asumiendo las funciones que debe asumir de acuerdo a la ley y a su naturaleza.

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