Humberto Almonte

El miedo vive agazapado en las oscuridades del ser humano desde las edades primigenias, épocas en las que nuestros antepasados no lograban entender ciertos fenómenos. A pesar de los avances científicos, y de vivir atiborrados de información, aun nos aterran manifestaciones de la naturaleza tan explicables como las tormentas eléctricas o los eclipses.
Esos antiguos mundos llenos de enormes y feroces bestias, además de las manifestaciones climáticas intensas, asustaban hasta la muerte a aquellos pequeños mamíferos llamados humanos, habitantes de oscuras cavernas y endebles construcciones. El estado de indefensión dio lugar a las más disímiles creencias para tratar de explicar tales hechos.
En este siglo XXI, de modernidades excedidas, poseedor de la mayor cantidad de información acumulada en toda su historia, el cine nos aterroriza con aparecidos, muertos vivientes, demonios, zombis y fantasmas que recorren las salas de cine, pero más miedo producen los sicópatas, asesinos en serie o esos espíritus deformados, fruto del sueño de la razón, como ya adelantaba Goya hace muchos años.
La octava versión del asesino cruel y juguetón la tenemos en Jigsaw, con su particular cuota de sangre y acertijos que conducen al dolor. Desde los campos dominicanos viene Cuentos de Camino con sus muertos que no descansan, dirigida por Javier Vargas, quien vuelve a la carga con sus historias de miedo.
Jigsaw ataca de nuevo
La aparición de varios asesinados en la ciudad con un sello muy particular hacen que la investigación policial se dirija a un punto convergente, hacia John Kramer, con la particularidad de que este lleva 10 años muerto, por lo que la situación se asemeja a un callejón sin salida.
Los hermanos Spierig -Michael y Peter-, dirigen esta nueva versión con el guión de Peter Golfinger y Josh Stolberg y la actuación de Matt Passmore, Tobin Bell, Callum Keith Rennie, Hannah Emily Anderson, Clé Bennett y otros talentos. Rostros nuevos y viejos para un reinicio de la historia.
Jigsaw sigue apostando al asesino en serie, es decir, aquel que comete un asesinato tras otro como si de un reto se tratara. Una premisa que se basa en estadísticas que indican que en los EEUU se registran 2,088 asesinos en serie, seguido de Italia, que apenas ha tenido 100. Todo esto, en el último siglo. Por lo tanto, la saga de Saw volverá a su derramamiento de sangre habitual.
Si bien las actuaciones dejan mucho que desear, pues ni Matt Passmore (Logan Nelson), Callum Keith Rennie (Detective Halloran) o Clé Bennett (Detective Keith Hunt), logran encandilar nuestra atención. El ritmo de la película la salva y nos hace pasar un rato entretenido con su humor sangriento. Solo despiertan cierto interés las intervenciones de Tobin Bell como John Kramer y la de Hannah Emily Anderson como Eleanor Bonneville, de cuyo personaje si emana cierta perversión gozosa.
Cuentos de camino
Esta es la propuesta del realizador Javier Vargas, que como su nombre lo indica, se sumerge en esas historias de miedo sobre muertos que deambulan de noche por los caminos de los campos dominicanos, asustando a quienes se atreven a transitar en la oscuridad o a los que viven en lugares apartados.
Esta película contó con la participación actoral de Roque Vargas (Julio el narrador), Edgar Díaz, Lisamarie Brito y Ruddy Álvarez. Además de dirigirla, Javier la produjo y participó en el montaje de la misma, acompañado del co-editor Gabriel Ureña. Antes de su estreno en el país, estuvo en el Dominican Film Fest de New York y en el Latin American Film Experience en Bucarest, Rumania.
Partiendo de una propuesta interesante a nivel de historia, y a pesar de producirnos unos cuantos escalofríos, Cuentos de Camino avanza muy irregularmente en términos narrativos, junto a tropiezos en apartados como la fotografía y la desdibujada participación de los personajes, como la ahorcada o el asesinado, además del exceso protagónico del narrador(Julio).
El terror de esta película es muy telegrafiado, es decir, se da demasiada información verbal en vez de apelar a la imagen. Este desbalance está muy presente en demasiadas obras de la cinematografía dominicana en las que se habla en exceso. En los momentos en que logra asustar, es cuando el director ha dejado fluir la acción.
Sin miedo al miedo
Las cosas que no funcionan en estas dos obras ocurren por apartarse de la fuente primigenia del terror -ese miedo que llevamos dentro y que no se puede forzar o imponer de forma mecánica-. El miedo es una combinación de factores sicológicos y físicos que no deben alterarse pues se rompe el cordón umbilical con la fuente.
Jigsaw entretiene, pero falla en aterrorizarnos o por lo menos ponernos nerviosos. Cuentos de Camino se pierde en los laberintos de la estética, sin alcanzar ninguna de las dos el espanto al que toda obra de estos géneros aspira.
Esperamos que en sus siguientes películas, Javier Vargas y los hermanos Spierig logren pararnos los pelos y que el miedo recorra por nuestros espinazos.