Editorial

Teniendo un marco referencial de quejas por los constantes y prolongados apagones y los reproches en las oficinas de las distribuidoras de electricidad por las altas tarifas y con protestas en barrios y comunidades rurales, se produce la altisonante declaración del presidente Luis Abinader en la conferencia sobre inversión en infraestructura en América Latina y el Caribe del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF).

Fue en Nueva York donde el mandatario se despachó afirmando que el objetivo del gobierno es crear un excedente en la generación eléctrica para pasar energía a Puerto Rico a través de un cable submarino.

Aquello se sintió como una burla en comunidades quejosas por las suspensiones recurrentes del suministro de electricidad, los hogares afectados y los pequeños negocios en que se echan a perder las mercancías por falta de refrigeración.

En la víspera de esta declaración, la Secretaría de Energía y Minas del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) destaca que la falta de inversión en la infraestructura de distribución y transmisión, el incremento del subsidio eléctrico y el alarmante aumento de las pérdidas en el sistema de distribución han provocado un aumento en la frecuencia y la duración de los apagones, afectando profundamente la vida cotidiana y la actividad comercial e industrial en el país.

Desde la llegada al poder del PRM en el año 2020 se inició un proceso de deterioro galopante del sector eléctrico que ha derivado en la crisis eléctrica que hoy padece República Dominicana, por lo que resulta sorprendente para todos los sectores nacionales que se diga en un escenario internacional que se procura lograr una reserva fría de energía, creando un excedente que sería vendido a Puerto Rico por medio de un cable submarino entre ambas islas.

De manera conservadora comunicadores y expertos, quizás respetando la investidura del mandatario, han dicho que en lo expresado por el presidente existe un exceso de optimismo.

Es importante mantener en la vida una actitud positiva, pero pasarse de optimista puede ser contraproducente, riesgoso y muy peligroso. Sobre todo cuando se pasa del optimismo a la demagogia y la irresponsabilidad.

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