La reseña realizada por la dirección de prensa de la Presidencia de la República a la intervención del presidente Luis Abinader en la que anunció el retiro del Congreso de la pieza que llamó Proyecto de Ley de Modernización Fiscal habla de un “emotivo y esperanzador mensaje al pueblo dominicano”.
Se expresa en la redacción periodística que el mandatario dijo que la voz del pueblo ha llegado hasta sus oídos, que escuchó sus inquietudes, sus reservas, sus preocupaciones.
Se admite así que el mandatario y su gobierno no tenían otro camino en razón de la indignación y el rechazo generalizado a un proyecto que afectaría sensiblemente a los pobres y condenaría a la quiebra económica a la clase media.
Las consultas estuvieron ausentes, el Gobierno apostó a la mayoría mecánica del Congreso para pasar un proyecto lesivo a todos los sectores nacionales.
Igual a como procedieron con un proyecto anterior, que también debieron retirar, este lo sometieron de manera solapada, confundiéndolo con otras reformas, incluyendo una constitucional, que no se solicitó y que ha pasado sin gloria y con mucha pena.
El estilo avasallante del gobierno, que se fundamenta en un altísimo presupuesto publicitario, no le permitió auscultar el sonido que venía de las entrañas del pueblo dominicano, pese a exhibir la falsedad de que se trata de un Presidente que escucha.
No puede escuchar un mandatario que no consulta y que solo mira lo que uno o varios tecnócratas le recetan, sin que se tome en consideración la parte humana, que un gobernante siempre tiene que tener presente.
Para solicitar a la población que se amarre los cinturones, tiene el gobierno primero que apretar el suyo, evitando el despilfarro de nóminas altas y el dispendio en acciones improductivas.
La mirada en procura de una salida a la situación de una reducida presión fiscal tiene que buscarse controlando el gasto y echando una mirada hacia el Consejo Económico y Social, mecanismo constitucional para procurar un verdadero pacto fiscal, producto de la consulta a los sectores nacionales y no un proyecto redactado en un cuarto frío, lujoso y distante de la realidad que nos circunda.