Por: Carlos Rodríguez | En el panorama político actual, la administración de Luis Abinader se ha convertido en un ejemplo paradigmático de la manipulación del miedo y la culpa. Al igual que en otras épocas oscuras de la historia, este gobierno parece buscar un enemigo común para desviar la atención de su falta de soluciones a problemas estructurales profundos. Su estrategia, en lugar de abordar las verdaderas raíces de la pobreza y la desigualdad en el país, se centra en demonizar a grupos vulnerables. Este tipo de discurso no solo es irresponsable, sino que también refleja una alarmante falta de visión y humanidad.
El ilustre Juan Bosch, en sus análisis sobre las condiciones socioeconómicas de América Latina y el Caribe, alertaba sobre la tendencia de las élites a encontrar chivos expiatorios para justificar su inacción. Las palabras de Bosch resuenan con vigor en el contexto actual: un país que elige acentuar sus divisiones raciales y sociales está condenado a perpetuar su miseria. En vez de unir esfuerzos para construir un futuro mejor, el gobierno de Abinader parece decidido a seguir erosionando los lazos sociales a través del miedo y la propaganda divisiva.
Las consecuencias de esta política se hacen evidentes en las calles, donde el estigma hacia ciertos grupos se traduce en exclusión y violencia. Las comunidades más desfavorecidas ven cómo sus derechos son vulnerados bajo la premisa de una supuesta seguridad nacional. Este enfoque no solamente es inmoral, sino que también amenaza la convivencia pacífica y la cohesión social. Es preocupante que la respuesta del gobierno ante problemas complejos sea la represión y no el diálogo, la empatía o la reflexión.
El futuro de la República Dominicana debería ser uno cimentado en la dignidad , el respeto a la soberanía y el respeto por la voluntad de todos sus habitantes. Los ciudadanos merecen un gobierno que se enfrente a los desafíos del país con valentía, con trasparencia y honestidad. Al mirar hacia adelante, es crucial recordar que la verdadera fortaleza de una nación radica en su capacidad para abrazar la problema y trabajar juntos en la búsqueda de la justicia del pueblo . Si el gobierno de Abinader se aferra a la polarización , el desvío de la atención y a la búsqueda de culpables, no solo traicionará los ideales de los padres de la patria sino de todo un país que aspira a la unidad, sino que también dejará una herencia de desigualdad y sufrimiento para las futuras generaciones.