Editorial

Un informe desalentador

Tristes y desalentadoras las cifras aportadas por el Comité Nacional de Emergencia sobre los ciudadanos fallecidos durante el asueto de Semana Santa.

Treinta y tres víctimas, entre hombres, mujeres y niños. 29 de ellas a causa de accidentes de tránsito. A pesar del trabajo preventivo montado por las autoridades. Muy a pesar de las recomendaciones de medios informativos, las iglesias y el liderazgo político y social para que se guardaran las formas y se conservara la ecuanimidad durante el feriado.

En definitiva y para nuestro lamento, como cada año, la velocidad, el alcohol y la imprudencia volvieron a imponerse y hoy decenas de familias lloran con desconsuelo.

Pensamos que en medio de estos tristes y trágicos acontecimientos, aunque reconocemos que la movilización masiva de vehículos y personas junto al incremento en la ingesta de bebidas alcohólicas crean mayores condiciones para que se produzcan hechos fatales como los citados, no menos cierto es que en el caso particular de los accidentes de tránsito, situaciones como estas nos obligan a insistir en la pertinencia de políticas públicas dirigidas a afrontar esta plaga nacional.

Y es que si resultan lastimeras y dolorosas las cifras aportadas por el COE por las 29 víctimas de accidentes durante el asueto, el que ocupemos la segunda posición en el mundo por muertes por accidentes de tránsito al año, resulta aterrador.

Los feriados como el que recién acaba de finalizar arrojan víctimas y provocan lamentos que se repiten cada año.

El que no hayamos colocado en el orden de prioridad enfrentar la plaga de muertes por accidentes prácticamente cada día, constituye también una verdadera calamidad.

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