Tradición Peledeista

En los ámbitos nacional e internacional, se ve claro que el Partido de la Liberación Dominicana es la organización política de mayores éxitos, tanto en el campo electoral como en materia de realizaciones físicas, institucionales y de desarrollo humano de este país.

Todo el mundo tiene referencias del fundador y líder histórico de nuestro partido, Juan Bosch, una figura de leyenda, que sobresale en distintas facetas. Trabajador político forjador de dos grandes entidades, caso único en América y quizás en el mundo; escritor, humanista, filosofo, sociólogo historiador. Un erudito.

Naturalmente, prevalecen los grandes liderazgos que guían al PLD de la actualidad, como herencia de ese gran líder.

El presidente de la República, Danilo Medina, quien desarrolla una exitosa obra de gobierno y el ex mandatario y presidente de nuestra organización, Leonel Fernández, responsable de iniciar el ritmo de crecimiento económico sostenido propiciador del apoyo innegable que nos brinda la población dominicana.

También, se encuentran dirigentes de larga, entre los que sobresalen aquellos que acompañaron a Don Juan en la fundación del PLD, muchos de los cuales todavía ocupan puestos en la dirección nacional, en particular en el Comité Político, en las Direcciones Provinciales, Municipales y de Circunscripciones.

No obstante, es preciso pasar revista al aporte de los que también acumulan grandes méritos en la construcción y desarrollo de lo que hoy es la organización política más importante del país, como viene aconteciendo en este segmento de Vanguardia del Pueblo: Tradición Peledeísta.

¿Quiénes fueron ellos? ¿Dónde están esos valiosos peledeístas de las bases?

Pues bien, son gentes como Eladio Sosa, quien desde el primer momento de la renuncia de Juan Bosch del Partido Revolucionario Dominicano y la subsecuente formación del PLD, se cobija bajo la Bandera Morada del honor y brilla en su frente la Estrella Amarilla del decoro y la dignidad, cualidades que mejor definen a nuestro fundador.

Se necesitó de militantes hechos de una madera fuerte, resistente, de mucha calidad, para perseverar en la difícil etapa de formación del PLD, a partir de 1973.

La mayoría de la gente no comprendió en esos momentos el paso dado por Don Juan y un puñado de dirigentes que le acompañaron en la salida del PRD.

Las masas no asimilaban las razones para abandonar la dirección de un partido grande y con posibilidades cercanas de alcanzar el poder, e iniciar desde cero con otra organización totalmente diferente en sus métodos de trabajo.

Los adversarios de Bosch, al creerle liquidado, fuera de las potencialidades de una entidad política mayoritaria, desataron una campaña feroz, con ataques basados en mentira, y los peledeístas de entonces no escapaban a esos vilipendios.

Tan impía era esa campaña de descredito, que el director del periódico Listín Diario, escribió un editorial que pasaría a la Historia, titulado “No pateen a Juan Bosch”.

En el Ensanche Quisqueya, específicamente en la esquina de las calles Doctor Fernando A. Defilló con Calle Hatuey, llamaba la atención la persistencia y arrojo de un peledeísta, Eladio Sosa, quien cada noche y durante años, amplificaba el programa La Voz del PLD, órgano radial de nuestro partido.

Parece simple, pero en vedad esa acción implicaba gran arrojo, ya que los enemigos de Don Juan procuraban avasallar cualquier manifestación en su favor.

Precursor del sindicalismo de los trabajadores del volante

Eladio Sosa no fue un injerto empresarial en los gremios del transporte, sino que canalizó a través del sindicalismo sus inquietudes reivindicativas a partir de su estatus de trabajador del volante.

Había emigrado a Santiago desde su natal Guayubín, Montecristi, y en la urbe cibaeña laboró como ayudante de mecánica, sobre todo en el área de lubricación de automotores.

A raíz de que el tirano Rafael Leónidas Trujillo fue ajusticiado en 1961, Sosa se radica en Santo Domingo, donde incursiona como chofer de carro público en la ruta de la Avenida San Martin.

Como tal, integra el primer sindicato de esa ruta, la Asociación de Choferes Independientes –ASOCHOIN-, junto a Robinson López Ruiz.

Ese gremio jugó un papel de primer orden en la organización de las protestas en demanda de la salida del presidente de facto, Joaquín Balaguer; del hijo del tirano, Ramfis Trujillo, como jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, y de los demás remanentes de la satrapía.

Sosa recuerda la huelga de choferes y la marcha que realizaron por toda la avenida Duarte y calle Arzobispo Merino en reclamo de la renuncia de Balaguer.

Luego, ASOCHOIN se muda para un nuevo local en la calle Hermanos Pinzón próximo a la Caja de ahorros para Obreros y Monte Piedad, donde una tarde fueron atacados por las fuerzas policiales antimotines (Cascos Blancos), comandadas por el general German Despradel Brache, y Sosa se vio en la obligación de lanzare por una ventana hacia la calle Abreu para salvaguardar su vida.

Cuando el general Pedro Rodríguez Echavarría, comandante de la Base Aérea de Santiago, encabeza la “Rebelión de los Pilotos”, que forzó la salida de Ramfis y Petán Trujillo, y demás remanentes de la tiranía, Sosa y otros dirigentes choferiles de entonces apoyan a esos militares.

Recibieron avanzada enviada por Bosch

Cuando todavía bajo el estado de terror de lo remantes trujillistas, llega al país la Primera Comisión del Partido Revolucionario Dominicano, enviada por su presidente, Juan Bosch, quien lo fundara en el exilio en La Habana, en 1939, los choferes acataron el llamado a recibir a los delegados.

Eladio Sosa, rememora que trabajó junto a los dirigentes obreros Miguel Soto y Gilberto Antonio Peña (Tony fashion), en los preparativos para movilizar a los trabajadores de orientación perredeísta.

Luego, participan de los trabajos proselitistas y fueron parte de las mesas electorales para los comicios de 1962, que ganó abrumadoramente el profesor juan Bosch.

Precisamente, tuvo la oportunidad de conocer a Bosch en persona en ocasión de los preparativos para la toma de posesión, ya que Sosa fue contratado por la Embajada de los Estados Unidos como chofer de uno de los vehículos de la comitiva del vicepresidente de esa potencia, Lindon B. Johnson, quien asistió a los actos.

Resistencia popular

Tras el Golpe de Estado contra juan Bosch, en septiembre de 1963, Eladio Sosa es arrestado junto al también activista Tomás Correa, por las fuerzas de seguridad cuando protestaban en la avenida San Martin esquina calle 21.

Llevados ante el jefe de Policía, general Belisario Peguero y el subjefe, coronel Jose de Jesús Morillo López, fueron interrogados sobre sí pretendían “tumbar al gobierno”, a pesar de ser solo dos hombres.

Sosa fue confinado a una celda solitaria en la cárcel preventiva del Palacio de la Policía, donde con sorpresa pudo ver que el entonces joven dirigente del PRD, Jose Francisco Peña Gómez, estaba en un calabozo vecino.

La esposa de Eladio, Elena Herrera de Sosa, quien recién había dado a luz a Ramón Eladio, primer hijo de la pareja, vivió grandes vicisitudes en aquella dura ocasión.

Tras cuatro días de su esposo estar detenido, sin tener noticias de su localización, alguien le dijo que a Sosa lo habían enviado a la Cárcel de la Victoria, al Norte de la Ciudad, y hacia allí partió ella a pies, cargando su criatura y una cantina de comida.

Al llegar a la penitenciaria, numerosos sindicalistas que guardaban prisión le revelaron que Sosa no había ido llevado allí, y la joven madre se resignó a regresar después de repartir la comida que no pudo entregarle a su pareja.

Por suerte, el comandante de la prisión, quien se aprestaba a volver a su casa en la Capital, se condolió y se ofreció a llevarla en su vehículo para el regreso.

Mientras tanto, el gobierno de facto emitió una orden para deportar a Peña Gómez, a Correa y a Sosa, para lo que había dispuesto un avión con destino a Portugal, pero a última hora la orden fue variada y solo Tomás fue sacado del país.

Recluido luego en La victoria, pasaron 27 días antes de que Sosa fuese descargado mediante la labor de defensa de abogados gestionado por el sindicalista Henry Molina.

Revuelta militar pide retorno de Bosch, estallido de alegría

Pasado el mediodía del 24 de abril, Eladio Sosa esperaba pasajeros frente a la llamada Caja del Seguro Social, en el Ensanche La Fe, cuando decide ir a su casa para almorzar y al mismo tiempo escuchar el programa radial Tribuna Democrática, órgano del PRD.

Sorpresivamente, el conductor del espacio, Jose Fráncico Peña Gómez, anuncia que militares encabezados por el capitán Peña Tavares habían apresado al Estado Mayor del Ejército, en el Campamento Militar 16 de Agosto, del kilómetro 7/5 de la autopista Duarte, y reclamaban la renuncia de Donald Reid Cabral, presidente de facto, y el retorno de Juan Bosch al mando.

La emoción le sobrecogió al escuchar la información, el golpe de alegría fue tan grande que dejó la comida sobre la mesa y en camisillas salió vertiginosamente hacia su carro de concho, lo encendió y se dirigió a la avenida San Martin tocando la bocina de manera continua al tiempo que vociferaba: “Revolución, revolución, vuelve Juan Bosch, el Presidente!”.

Con ese entusiasmo manifiesto, llegó a la parada de la San Martin, donde lo choferes que esperaban turno se le sumaron y bajaron en alborotada caravana hasta el Parque Independencia, que ya estaba repleto de ciudadanos alborozados que apoyaban a los militares sublevados en favor de la democracia y la Constitución de 1963.

Al otro día, el 25 de abril, se reunió con el dirigente agrarista Eligio Antonio Blanco Peña (El Pay), y junto al capitán Peña Taveras y a otros militares acudieron junto al alto mando de las Fuerzas Constitucionalista a juramentar al presidente provisional Rafael Molina Ureña en el Palacio Nacional.

Sin embargo, aviones enviados desde la Base Aérea de San Isidro bombardearon la sede del gobierno, lo que desató una estampida y llevaron a negociaciones en la Embajada de los Estado Unidos, que claramente respaldaba a las fuerzas de facto.

De esas conversaciones en la sede norteamericana, y por la intransigencia del embajador William Tapley Bennett, salió el coronel Fráncico Albert Caamaño indignado hacia el Puente Duarte, donde organizó y dirigió al pueblo junto a los soldados constitucionalistas y se erigió como líder militar del movimiento.

En tanto, que Sosa, Blanco Peña y demás sindicalistas que estaban en Palacio al momento del bombardeo, se escabulleron y llegaron al Ensanche Luperón, donde se reunieron con el líder sindical Miguel Soto y de ahí llegaron a parte antigua de la ciudad para integrase a los comandos, constitucionalistas.

Espaguetis bajo la mata de limoncillos

Cuando desde el exilio, Juan Bosch regresa al país en 1971 con la firme decisión de enfrentar los desmanes y abusos contra los derechos humanos del gobierno de Joaquín Balaguer, encuentra también en grave crisis al Partido Revolucionario Dominicano, que lideraba entonces.

La situación estalla en 1973, y se produce la salida de Bosch y demás fundadores del PLD. Para esa época Eladio Sosa era dirigente perredeísta en la Zona-I, específicamente en el Ensanche Quisqueya.

De inmediato renunciaron del PRD él, Leopoldo Díaz hijo (Leo), César Cuevas, Vicente Concepción, Odalís Peña, y otros dirigentes que figuran como fundadores del Comité Intermedio Enriquillo, que para entonces abarcaba un vasto territorio en el Oeste de Santo Domingo, desde el Ensanche Naco hasta Herrera y Manoguayabo.

Norge Botello, Euclides Gutiérrez Feliz y Ramón Andrés Blanco Fernández, comisionados por el Comité Político para encontrar una sede que sirviera de Casa Nacional al naciente PLD, preferiblemente en el céntrico sector Gascue, al no encontrarla decidieron que se debía retener la original del PRD, llamaron a Don Juan quien comprendió la situación y dio la orden de tomarla.

A las órdenes de “Cheché Luna” (Rafael Antonio), fallecido hace unos años, Eladio Sosa formó parte de una fuerza de seguridad que se mantuvo permanentemente en servicio en la Casa Nacional presto a preservar ese bien del partido.

Así nació la tradición de todo militante y aspirante a miembro del PLD de “hacer servicio” en la Casa Nacional, incluso con turnos de amanecida.

Con nostalgia, Sosa recuerda que todas las noches, en esos tensos primeros meses de la creación del PLD, los compañeros de servicio en la Casa Nacional se reunían a preparar espaguetis, café, chocolate y jengibre debajo de la legendaria mata de limoncillos que aún permanece en su patio.

Fraude en el 90, sueños frustrados

En 1990, el pueblo dominicano apoya decididamente al PLD, que gana las elecciones del 16 de mayo, sin embargo, un fraude colosal impide la concreción de ese anhelado triunfo.

La indignación se apoderó de los militantes peledeístas y la frustración cunde entre los sectores de avanzada y genera protestas en todo el territorio nacional. Incluso los alrededores de la propia sede del PLD se vio colmada de jóvenes que se movilizaban y lanzaban objetos en las vías públicas.

Precisamente, el hijo menor de Sosa y Elena, José, conocido como Chichi, estuvo a punto de ser asesinados por matones enquistados en el Partido Reformista, cuando desde su residencia en la calle Defilló con Hatuey sacaba un letrero contra el fraude y le dispararon.

Época de tribulaciones

Los años de consolidación del PLD al frente del Estado, aunque motivan satisfacción política para Eladio Sosa y los suyos, no han sido, empero, los más generosos para ellos en lo referente a su propio entorno familiar.

Desde hace años, Sosa, que ya tiene 85 años de edad, tuvo que salir de sus negocios (fue el principal propietario de las motonetas Bajaj, o cuquitas, que hacían la ruta de la avenida Tiradentes, desde el Ensanche La Fe hasta la Universidad Autónoma de Santo Domingo -UASD).

Padece glaucoma avanzado, es decir, técnicamente está ciego; es diabético y un accidente le costó cuatro dedos de una de sus manos.

Pero la prueba más dura ha venido con respecto a su compañera de vida y de luchas, Elena, quien padece de cáncer de mama y en la actualidad se investiga una posible metástasis a otros órganos

El costo de la quimioterapias y demás tratamientos conlleva gastos cuantiosos que dada la situación económica actual de Sosa se hacen imposibles de solventar.

Durante el primer gobierno del PLD, encabezado por Leonel Fernández, Sosa fue nombrado inspector de Aduanas, pero debió parar sus labores por incapacidad física, sin embargo, nunca ha sido pensionado por su labor de décadas como chofer, sindicalista ni en el Estado.

Sosa autorizó a quien suscribe esta historia a divulgar lo que dicho sobre su salud en procura de una atención de alguna instancia gubernamental que le ayude a proteger su salud y la de su compañera de vida y de lucha.

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