Opinión

La epopeya incompleta! (VIII)

La dirección del 1J4 se dividió en relación con ese proyecto y muchos fueron sacados del país y enviados a Cuba, a realizar cursos de entrenamiento, mientras el sector que auspiciaba los planes del levantamiento coordinaba los detalles. Los preparativos de los catorcistas eran conocidos por los servicios de seguridad del Estado y por la embajada de los Estados Unidos.

Bosch estaba enterado de todos los detalles de las actividades revolucionarias. Los planes insurreccionales eran de conocimiento público. Uno de los proveedores de armas, sustraídas de la fábrica instalada en San Cristóbal, de nombre Camilo Toderman, de origen alemán, era un informante de los servicios de seguridad estadounidenses.

En los interrogatorios que le hicieron meses después, dijo a la Comisión de las Fuerzas Armadas que le requerían, que los informes de sus contactos y negocios con los catorcistas los informaban a un agente de la embajada de nombre Toni Sileo, nombre físico desde luego, con el que se reunía en el consultorio de un prestante médico dominicano.

Frente a una situación de esa naturaleza, el levantamiento revolucionario estaba condenado al fracaso. En los hechos fue así. Apenas un mes duró la acción de los catorcistas en las montañas. Docenas de hombres valientes entregaron sus vidas en un conmovedor sacrificio por el pueblo.

Manolo Tavárez Justo y sus compañeros constituyen de manera inmediata el precio más elevado que costó al pueblo dominicano el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963. El más preciado tesoro de una nación son sus mejores hijos y con esa pléyade de valientes revolucionarios entregó nuestra patria, en ejemplo de sacrificio, parte profunda de su existencia, multiplicado a partir del 24 de abril de 1965.

“Génesis Revolucionaria”: En los meses finales de 1964 la resistencia política contra el gobierno del Triunvirato había llegado a su más alta expresión. Ese gobierno estaba integrado por dos personas, una de las cuales retenía la Secretaria de las Fuerzas Armadas, institución en el seno de la cual eran notorias las contradicciones.

En enero de 1965, amplios sectores conformados por los profesionales universitarios de entonces, abogados, médicos, ingenieros, arquitectos, odontólogos, pedagogos, así como sindicatos y grupos populares, rechazaban la permanencia al frente de la Nación del sector más disoluto de la oligarquía nacional, que a todas luces llevaba al país a un profundo enfrentamiento político, social y militar.

En ese mes, según informes que trascendía a oídos de dirigentes de los gremios y asociaciones de profesionales, los dirigentes del Movimiento Militar Constitucionalista habían unificado criterios en relación con los detalles del golpe de Estado que se planificaba para reponer el Gobierno del profesor Juan Bosch.

Con esa intención, el coronel Rafael Fernández Domínguez, designado en un cargo diplomático como agregado militar, había obtenido del Gobierno un permiso de entrada al país de 48 o 72 horas. Durante su permanencia en su patria, Fernández Domínguez unificó las ideas y los planes que debían ser ejecutados. En una de esas reuniones, convenció e incorporó al movimiento al coronel Francisco Caamaño Deñó, conocedor del valor personal y las condiciones de hombre de acción de su viejo amigo de infancia y compañero de armas¨. (Sigue).

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