Fútbol

Río de Janeiro. Rozó el trono de rey, lo palpó, lo acarició, pero no se pudo sentar en él. Por tercera vez consecutiva, Lionel Messi se va de una Copa Mundial con la frustración a cuesta, aunque en Brasil llegó a la final.

Alemania se convirtió en la gran sombra negra de Argentina y de Messi, ya que resultó el verdugo de sus tres últimas eliminaciones, la más reciente de ellas el domingo cuando se impuso 1-0 en una prórroga en el estadio Maracaná.

A Messi, cuatro veces seguidas elegido el mejor jugador del planeta, otra vez le faltó un paso hacia la gloria eterna. Tanto a Messi como a millones de argentinos se les quedó atragantado un alarido festivo, que hubiese tenido el valor añadido de lograrlo en el patio de su encarnizado enemigo futbolístico.

Cuando parecía que Messi podía sostener la esperanza de Argentina de volver a ganar un Mundial, otra vez se posó una especie de hechizo negativo. Ni siquiera la «Pulga» pudo acabar con casi tres décadas de frustraciones, que se arrastran a nivel de selecciones mayores desde que Argentina ganó la Copa América de 1993 en Ecuador.

Messi se llevó el Balón de Oro en Brasil, pero no pudo embolsar la anhelada Copa Mundial, algo que sí alcanzó Diego Maradona cuando fue genio y figura de un equipo Albiceleste campeón en México 1986. Argentina también fue campeona como anfitriona en 1978.

«Creo que sí, que lo merecía, porque jugó un gran Mundial. Fue un factor fundamental para que llegara a donde llegamos», expresó el técnico de Argentina, Alejandro Sabella, sobre el galardón individual de Messi.

Es probable que no alcancen las épicas proezas en el Barcelona, con el que entre otras cosas ganó tres veces la Liga de Campeones, para acabar con la polémica sobre quien es el mejor: si Messi o Maradona.

«Creo que Lionel está en el Olimpo de los grandes, desde antes. Hace rato que está en el Olimpo de los grandes», lo defendió Sabella.

Messi lleva tres mundiales con la selección argentina, aunque en el primero en 2006, cuando Alemania la eliminó por penales en cuartos de final, apenas despuntaba como el genio que luego deslumbraría al planeta con el Barsa. En 2010, con Maradona como técnico, Messi no anotó goles y Argentina fue goleada 4-0 por Alemania en esa misma etapa.

Ahora otro revés ante el mismo oponente, aunque en una final.

Messi marcó un total de cuatro goles, pero todos ellos fueron en la primera etapa. Argentina ganó con lo justo a Suiza (1-0) y Bélgica (1-0) en octavos y cuartos de final, y desniveló en los penales su duelo con Holanda en semifinal después de un partido sin goles.

El genial delantero, si bien no desentonó, estuvo enemistado con el gol, tal como le ocurrió con Alemania, pero como contrapartida exhibió un generoso despliegue físico que se tradujo en ayuda colectiva.

Pero a los genios se les pide más. Los genios son una especie de dios, y los dioses hacen goles en todas partes.

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