Después de mantener al país en vilo, en un estado de intranquilidad y desasosiego, en la Cámara de Diputados se aprobó la resolución que extiende por doce días la declaratoria de estado de emergencia.
Un espíritu concertador predominó en la bancada del Partido de la Liberación Dominicana en la cámara baja para presentar una propuesta reduciendo la petición original del Presidente Danilo Medina de 25 días.
El pedido para prolongar la situación de emergencia nacional fue abarcador. Los sectores nacionales al unísono clamaban por la disposición del Congreso para evitar un cuadro de amplios contagios, muertes, dificultades económicas y crisis de gobernabilidad.
Quienes mantuvieron a la población intranquila y seriamente preocupada argumentan que la autorización al ejecutivo se usa en provecho del candidato a la Presidencia del Partido de la Liberación Dominicana, una postura hipócrita y poco responsable.
Al parecer poco importa el riesgo serio de un rebrote del nuevo coronavirus con mayor poder patógeno y campo libre para su diseminación contagios y muertes, con tal de detener la línea ascendente de Gonzalo Castillo, candidato peledeísta, quien con una nueva forma de hacer política ha calado en la aceptación popular a la par que lo ha hecho el Partido de la Liberación Dominicana.
La resistencia a la declaratoria de la emergencia es solo electoral. La visión de la oposición al Gobierno está centrada en el 5 de julio, al parecer poco importa la salud de la población, un proceder que se puede tipificar de criminal por no reparar en la cantidad de muertes que esa actitud insensata pudiera causar.
El periodo de emergencia ha servido para contener el desenfreno social y que prevalezcan las recomendaciones sanitarias de los organismos internacionales que han contenido la pandemia, colocando al país dentro de los primeros en el mundo en el manejo de la crisis.
Es un error creer que el repunte o caída de una candidatura depende, en el caso dominicano, de la extensión o no de un periodo de emergencia. Entenderlo así es padecer de miopía política, un trastorno social de consecuencias imprevisibles
Señores, Gonzalo Castillo ha repuntado porque ha aplicado una estrategia electoral de acompañamiento al necesitado en la compleja situación creada por la pandemia del COVID-19, como él lo ha hecho, sus competidores pueden hacerlo también, para ello, deben ver más allá de sus narices, quien actúa con miradas cortas , termina tropezando con el futuro