El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) reaccionó temprano al horripilante asesinato del presidente de la vecina República de Haití, Jovenel Moise, y las graves heridas a la primera dama haitiana al tiempo que calificó el hecho de atentado criminal y atroz contra la democracia de Haití, la región y el mundo.
Al igual que el PLD, el Gobierno dominicano y los partidos políticos reaccionaron calificando la acción de un acto de barbarie.
El impacto del suceso se hace crítico al recibir las informaciones de que se trató de un sicariato, es decir personas contratadas para eliminar al jefe de Estado del país vecino y que dichos sicarios, antes de llegar a Haití, se pasearan por República Dominicana.
Es para poner la barba en remojo al comprobar que se recurre a operaciones comerciales para segar la vida de una persona, no importa su jerarquía o escala social.
A escasos días del magnicidio, nuestros vecinos están sumidos en un vacío de poder que viene a agravar la crisis económica, política y social en un Estado inviable y un gobierno inexistente.
El que una simple línea terrestre nos separa de la convulsa Haiti hace prever que República Dominicana sufriría el mayor perjuicio en toda la región si la situación se desbordara.
Las autoridades han reforzado la vigilancia en la frontera, lo que nos genera cierta tranquilidad, pero al final lo que pueda acontecer en el país vecino está fuera de los pronósticos. Todo puede suceder allí.
Como se expresó en el documento de repudio al magnicidio de parte de la Secretaría de Relaciones Internacionales del PLD, exhortamos a la comunidad internacional a implementar acciones y brindar apoyo decisivo para que Haití pueda salir de forma democrática de la situación política y social que atraviesa.