Editorial

El Partido de la Liberación Dominicana en las personas de dos de sus principales dirigentes, el Presidente de la República, Danilo Medina y el Presidente de la organización, Leonel Fernández, ex Presidente de la República, se expresó atribuyendo los hechos violentos que han estremecido al país en los últimos días al cambio de esquema de operación del flagelo del narcotráfico.

La alarma predominante en la sociedad por los horrendos crímenes de finales de año y principios del 2019 conllevó a la demanda nacional que reclama tomar medidas y proteger la población.

Los opinantes, que reclaman insistentemente al Presidente Danilo Medina que hable, ahora afirman que el mandatario muestra frustración en la respuesta sobre la seguridad interna que ofreciera a los periodistas al concluir la solemne ceremonia de presentación de las cartas credenciales de los nuevos embajadores de Francia, Colombia, Argentina, Cuba, Kwait, y Sudáfrica.

Cambiamos el termino frustración por sinceridad en las expresiones del jefe del Estado al admitir que el narcotráfico permea a distintos sectores de la sociedad dominicana, incluidos policías y militares.

Ocultar la verdad no resta a la dimensión del peligro, por lo que la admisión que ha hecho el mandatario es un llamado a estar atentos y hacer conciencia de los peligros que van de la mano del tráfico de sustancias narcóticas.

El narcotráfico envuelve en negocios ilícitos otros actos criminales como el lavado de activos, tráfico de armas, secuestro, tráfico de personas, ajustes de cuentas, sicariato, soborno a las autoridades, extorsión y asesinato de los que se involucran y de personas inocentes y otros.

De forma sencilla y con claridad meridiana el jefe del Estado explicó que una de las razones para el auge del narcotráfico es que el país era antes una nación de tránsito y se pagaba con dinero, y ahora se hace con mercancía, la que luego se vende al “menudeo”, igual a lo explicado por el Presidente del PLD, Leonel Fernández, al presentar su pésame a monseñor Freddy Bretón, obispo de Santiago, por la muerte de un hermano, significando que el país es un trampolín para el tráfico de drogas hacia otras naciones, de las cuales muchas se quedan en República Dominicana como pago de peaje, lo que en su opinión, aumenta la violencia y la criminalidad.

La reflexión presidencial, reforzada por los conceptos de un ex jefe de Estado en torno al auge de la criminalidad y al deterioro de la seguridad ciudadana, debería servir de parámetro para un gran accionar en el que involucren los diferentes sectores de la sociedad, incluyendo los partidos políticos, a fin de unificar posiciones en torno a la mejor manera de afrontar y vencer tan peligroso flagelo, que para la salud y tranquilidad ciudadana tenemos que hacer que retroceda.

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